Película coreana que narra tres historias que no tienen que ver entre sí más que el fin de la humanidad. Cada una está dirigida por un director diferente que expone su fin del mundo.
En la primera historia el protagonista es un introvertido militar al que la familia le obliga limpiar y cuidar la casa durante su viaje de vacaciones. Una pequeña historia de zombis que comienza en un restaurante ligando con su chica, y que luego al comer carne de vacas locas pues... se infecta por una cáscara de manzana. (¡Ja! Creíais que sería por la vaca) Tiene su humor y está bastante bien.
La segunda es sobre las máquinas entre los humanos, algo que también se ve bastante.
In-Myoung es atendido por un técnico de la empresa que fabrica el modelo y otros robots, pero no sabía que el robot viviera en un templo budista, y que querían saber únicamente si In-Myoung podría llegar al Nirvana. El técnico se molesta, puesto que su trabajo no es ese, pero va teniendo dudas debido a la filosofia del robot y las exigencias de su jefa.
Y la última, más normalita pero bastante rara, nos narra la curiosa historia de una niña que rompe sin querer una bola de billar de su padre, la número 8, y pide por internet una nueva para que el padre no se enfade con ella. Al lanzar la bola por la ventana del susto al entrar su padre a la habitación sin avisar, la bola cae en un agujero y no se vuelve a saber más. Dos años después, la población entera del planeta se esconden en búnkers por la llegada de un gran meteorito que caerá sobre el planeta.
Si queréis pasar un buen rato viendo una película, os recomiendo esta. Tres historias en una, entretenidas y curiosas.
En el cine independiente hay buenas películas, y aún hay muchas por ver. Os prometo que la próxima será una película de serie B que llevo demasiado tiempo queriendo no verla...
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